JUEVES 13 DE MARZO DE 2008

Secciones Ciencia/ Salud de la Nación

Más de 1500 pacientes nuevos reciben diálisis cada año.

Aumenta la enfermedad renal.

Para crear conciencia del problema, se celebrará el Día Mundial del Riñón.

En nuestro país, cada año se suman más de 1500 personas a los más de 22.500 pacientes con insuficiencia renal que necesitan recibir diálisis para contrarrestar la pérdida de la función de sus riñones.

Además, se estima que poco más de una de cada diez personas mayores de 21 años podría desarrollar algún grado de enfermedad renal crónica. Pero este riesgo se triplica en las personas con un familiar directo en diálisis, tratamiento de filtrado para eliminar el exceso de agua y los desechos en la sangre cuando los riñones ya no funcionan.

" La Argentina es un país que tiene entre el 10 y el 15% de su población adulta sana con algún grado de déficit renal", dijo a LA NACION el nefrólogo Jorge Toblli, jefe del Laboratorio de Medicina Experimental del Hospital Alemán e investigador del Conicet.

Para el doctor Felipe Inserra, director de los Programas de Prevención Renal de Fresenius Medical Care Argentina, "la cantidad de pacientes que reciben diálisis en el país aumenta entre el 6 y el 8% anual". Es decir, los costos de tratamiento de más de 1500 pacientes se suman cada año a los mil millones de pesos que se destinan al mantenimiento de los pacientes en diálisis.

"Este es un gasto en salud muy grande que se puede evitar si se pone en práctica la medicina preventiva. Esto evitaría llegar a la instancia del trasplante renal y de la diálisis, que son mucho más costosos que hacer prevención", señaló el doctor Toblli, profesor titular de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y profesor de Nefrología de la Universidad Católica Argentina.

Crecimiento constante.

Entre las causas de este panorama local en aumento, que preocupa a los especialistas, están la falta de conciencia de la importancia del riñón como un indicador de riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipertensión, y la ausencia del diagnóstico precoz de las deficiencias renales.

"En general, la enfermedad renal crónica no se conoce a tiempo y la gran mayoría de los pacientes se dan cuenta de que algo anda mal cuando la enfermedad ya está muy avanzada; es decir, cuando ya se han perdido más de cinco años de tratamiento adecuado para modificar su progresión", indicó Inserra.

Sin embargo, que la enfermedad renal no tenga síntomas en los primeros de los cinco estadios que cursa antes de provocar el daño terminal del riñón no significa que no se pueda diagnosticar de manera temprana. "Es una enfermedad bastante asintomática y por eso es muy importante la identificación de los pacientes en riesgo de sufrirla", dijo Inserra. Estos son las personas diabéticas, hipertensas, los mayores de 65 años y los familiares con un vínculo primario de quienes padecen enfermedad renal.

Entre los síntomas que se deben tener en cuenta para realizar una consulta con el médico están: hinchazón en los ojos, hinchazón generalizada al levantarse, orina con sangre o inflamación de los riñones (nefritis). Sin embargo, las formas más seguras de detección precoz de todo déficit renal son dos análisis clínicos simples: el nivel de proteínas en la orina (proteinuria) y el nivel de creatinina en la sangre.

"Si la orina contiene proteínas de manera constante en análisis repetidos durante más de tres meses, la persona tiene algún grado de enfermedad renal crónica -explicó Inserra-. Cuando la creatinina plasmática está elevada, y esto se confirma con dos exámenes clínicos, la persona está cursando un estadio por lo menos intermedio de la enfermedad. Es decir, el riñón ya empezó a perder su función."

En cualquiera de estos casos, existen estrategias terapéuticas que hacen que la enfermedad progrese lentamente y evitan que el paciente pierda la función total de los riñones en cinco a diez años.

"Es necesario que los médicos generalistas o de atención primaria pesquisen las condiciones que permiten identificar si tienen o no comprometidos los riñones, como el sobrepeso, la diabetes, el nivel de lípidos, la proteinuria, la presión arterial y el consumo de tabaco. Y todas ellas son variables poco controladas y a veces minimizadas por los médicos generalistas", afirmó el doctor Toblli.

Según la Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación de Fundaciones Renales, la mortalidad mundial por enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión y enfermedad renal) crecerá un 17% para 2015, contra un 3% de las muertes causadas por enfermedades infecciosas. Y para crear conciencia de esto, pasado mañana se celebrará el primer Día Mundial del Riñón.

Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION .

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